Tengo miedo
de hojear un libro
y me desprecie,
tocar a punta de fuego
tu sonrisa
y se desmaye el alma,
tengo el mayor miedo
de morirme en tu boca
sin beber la vida,
para ser al final
solo un retazo más
de tus palabras.
Tengo otro miedo
aquí conmigo
y vos nos sabéis
de qué trata,
si de Vulcanos
o sombras vampiras
acechando tu sangre sagrada,
mas yo sin pagar
el precio por tu vida privada.
Pero más miedo ahora,
es abandonarte a la barbarie,
sin saber
cuál será tu suerte
en las lenguas que te esperan
para llenarte de blasfemias
y palabras vanas,
retorcidos cuerpos
no conocen
donde ha nacido el alma,
en el lado izquierdo
y no en el semen
que derraman.
domingo, 11 de abril de 2010
Amor frío
Hay un saco de soledades
apegado a tus manos,
a tus manos de plomo
que cargan cuerpos,
solitarios,
sin cetros.
Hay un amor destilando
en las neuronas serpentinas
de tu aorta,
y el frío del invierno
incrementa tal pujanza.
Pero este verano,
¡cuando vengáis!
te calentaré,
pondré el sol
en tu sombra,
sanaré esos días
de gatos que llevabas
y limpiaré con mis uñas
esa enfermedad que adoleces.
apegado a tus manos,
a tus manos de plomo
que cargan cuerpos,
solitarios,
sin cetros.
Hay un amor destilando
en las neuronas serpentinas
de tu aorta,
y el frío del invierno
incrementa tal pujanza.
Pero este verano,
¡cuando vengáis!
te calentaré,
pondré el sol
en tu sombra,
sanaré esos días
de gatos que llevabas
y limpiaré con mis uñas
esa enfermedad que adoleces.
Tus ojos ámbar
Tus ojos que le tapan
a la luna la sonrisa,
le roban a mi pluma
el alma.
Ahorcan esta lengua
al pronunciar tu nombre
de montaña sideral,
atravesando pueblos.
Al sexo invitan
a la depredación.
Esos dos espacios
convexos,
de otra galaxia,
transportan y amputan
el hombre que llevo dentro.
Beben de mí la fidelidad
que traigo de mi cama de vidrio
en el altar de tu mundo interno.
Volveré por tus ojos
cuando pierda el cerebro,
me adentraré en tus valles
y tus años grisáceos.
Moldearé el cuerpo
a tus raíces,
en mi sombra terca
que te inhala.
a la luna la sonrisa,
le roban a mi pluma
el alma.
Ahorcan esta lengua
al pronunciar tu nombre
de montaña sideral,
atravesando pueblos.
Al sexo invitan
a la depredación.
Esos dos espacios
convexos,
de otra galaxia,
transportan y amputan
el hombre que llevo dentro.
Beben de mí la fidelidad
que traigo de mi cama de vidrio
en el altar de tu mundo interno.
Volveré por tus ojos
cuando pierda el cerebro,
me adentraré en tus valles
y tus años grisáceos.
Moldearé el cuerpo
a tus raíces,
en mi sombra terca
que te inhala.
Ladrón sin miedo
¡Colgarme!
En mi tumba lloverán sesos
de besos huecos,
sangrarán las heridas
que mudé un tiempo;
pero esa región
donde no sufre el cuerpo
será mi refugio,
para guardar un sabor único
de un grato recuerdo,
el primer día que rompimos el cielo
a fuetazos,
y le besamos la cara
al dios de tu nave.
Fui tu ladrón de carnes
y con solo eso,
puedo seguir acá,
sellado por el tiempo,
sabiendo que caminaré contigo
en tu silencio.
Faltarán muchos siglos
en romper este hechizo
que cambió en mí
un verso por tu amor longevo,
seguirán las sombras taciturnas
ambulantes por este secreto.
Ahora duermo.
En mi tumba lloverán sesos
de besos huecos,
sangrarán las heridas
que mudé un tiempo;
pero esa región
donde no sufre el cuerpo
será mi refugio,
para guardar un sabor único
de un grato recuerdo,
el primer día que rompimos el cielo
a fuetazos,
y le besamos la cara
al dios de tu nave.
Fui tu ladrón de carnes
y con solo eso,
puedo seguir acá,
sellado por el tiempo,
sabiendo que caminaré contigo
en tu silencio.
Faltarán muchos siglos
en romper este hechizo
que cambió en mí
un verso por tu amor longevo,
seguirán las sombras taciturnas
ambulantes por este secreto.
Ahora duermo.
Bebo en ti
Bebo en ti
la sangre que perdí,
hazaña de tu silencio
en mi mar abierto,
las copas que aúnan
esta pasión de besos.
Tus rodillas atadas
a mi cintura
de cebo,
de maremoto sin tiempo,
me hacen caos,
convulsión que celebro.
Y ese líquido preciado
que fluye por mi cuerpo,
como hilos de saco
me abre el alma,
rompe mi virginidad
de hombre indefenso,
sin lápida,
sin cofre
en mi cielo ciego.
Bastan solo tus ramas
para sacar de mí el fuego,
llaves venenosas,
embriagan estos versos
con tu aliento.
la sangre que perdí,
hazaña de tu silencio
en mi mar abierto,
las copas que aúnan
esta pasión de besos.
Tus rodillas atadas
a mi cintura
de cebo,
de maremoto sin tiempo,
me hacen caos,
convulsión que celebro.
Y ese líquido preciado
que fluye por mi cuerpo,
como hilos de saco
me abre el alma,
rompe mi virginidad
de hombre indefenso,
sin lápida,
sin cofre
en mi cielo ciego.
Bastan solo tus ramas
para sacar de mí el fuego,
llaves venenosas,
embriagan estos versos
con tu aliento.
viernes, 19 de marzo de 2010
Prometo hoy soñarte
Prometo hoy,
que al cerrar los ojos,
no pisaré otra tierra
que no seas tú,
ni hablaré de amnistía
sino tus palabras,
las de febrero.
Prometo,
en este sueño,
ser enemigo del tiempo.
Lo encerraré en mi boca
y lo envejeceré
hasta no ver más canas,
agotaremos las risas,
y ese jugueteo de piernas
de serpientes,
entrelazadas,
hablarán de cómo es el sexo
de pareja
que intercambian cuerpos.
Y al terminar,
al terminar no sabré de ti,
ni tú de mí
porque ya no existo,
porque ya somos eso:
un sueño
amarrado del tiempo.
Author: Yorker
que al cerrar los ojos,
no pisaré otra tierra
que no seas tú,
ni hablaré de amnistía
sino tus palabras,
las de febrero.
Prometo,
en este sueño,
ser enemigo del tiempo.
Lo encerraré en mi boca
y lo envejeceré
hasta no ver más canas,
agotaremos las risas,
y ese jugueteo de piernas
de serpientes,
entrelazadas,
hablarán de cómo es el sexo
de pareja
que intercambian cuerpos.
Y al terminar,
al terminar no sabré de ti,
ni tú de mí
porque ya no existo,
porque ya somos eso:
un sueño
amarrado del tiempo.
Author: Yorker
Y si te amo ahora
Y si te amo ahora
si te robo tu sexo blanco
y me trasfundo el cuerpo,
si me convulso el pecho
malográndome esto que siento,
aun así,
aun así
te guardo el nombre
en este cigarrillo
que me embriaga.
¿Sabes por qué?
Porque ni tu sexo blanco,
ni tu piel envenenada,
ni esas orquídeas
que son tus manos
podrán con tu nombre
que late en mi cama,
en los pulmones grises
que revientan por tu sexo.
Author: Yorker
si te robo tu sexo blanco
y me trasfundo el cuerpo,
si me convulso el pecho
malográndome esto que siento,
aun así,
aun así
te guardo el nombre
en este cigarrillo
que me embriaga.
¿Sabes por qué?
Porque ni tu sexo blanco,
ni tu piel envenenada,
ni esas orquídeas
que son tus manos
podrán con tu nombre
que late en mi cama,
en los pulmones grises
que revientan por tu sexo.
Author: Yorker
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